ENFERMEDAD BIPOLAR

lunes, 29 de marzo de 2010

Salud alternativa: Transtorno bipolar, los síntomas y los tratamientos más novedosos de la dolencia de los genios

Virginia Woolf
La conexión entre trastorno psíquico y genialidad fue avanzada por los antiguos
griegos y adquirió especial fuerza en el Romanticismo. En los años setenta del siglo XX se estableció médicamente una asociación entre el trastorno bipolar y la creatividad de la podría inferirse que quienes lo padecen poseen una capacidad
creativa superior a la del resto de la población.
Un estudio de 2005 realizado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford (EE.UU.) mostró por primera vez que una serie de niños diagnosticados con
trastorno bipolar o con riesgo de padecerlo poseían una capacidad creativa superior
al resto. Asimismo, los niños con padres bipolares que no padecían este trastorno
también puntuaron más alto en esta habilidad intelectual.
Según los psiquiatras Francesc Colom y Eduard Vieta, "el porcentaje de poetas, pintores o escritores con algún tipo de trastorno psíquico parece ser más alto que entre el resto de la población, pero de ello no debe inferirse que el trastorno bipolar lleve a la genialidad. Si no se trata correctamente, puede imposibilitar cualquier resultado de la creatividad".
Entre las figuras célebres que exhibieron síntomas netamente asociados al trastorno bipolar figuran el artista renacentista Miguel Ángel y los pintores Vincent van Gogh, Edward Munch y Miguel Ángel; los músicos Héctor Berlioz, Friedrich Haendel y Piotr
Tchaikovsky y los escritores Hans Christian Andersen, Charles Dickens y Virginia
Woolf.

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Éstas son algunas de las principales características del trastorno bipolar:

– Se trata de una enfermedad del sistema nervioso que hace que el estado de ánimo de los afectados sea inestable. Tiene un origen genético, aunque no se hereda siempre.
– El paciente presenta graves alteraciones del humor ajenas a estímulos externos: se originan sobre todo por cambios químicos que se producen en su cerebro.
– Los períodos de eutimia (estabilización) se alternan con los de descompensación (manía, hipomanía, depresión...).
– Son muy frecuentes los sentimientos de irritabilidad, furia, celos, resentimiento, ansiedad, aislamiento social, vergüenza, miedo, incapacidad, arrepentimiento y confusión.
– Produce fl uctuaciones drásticas en la energía vital, la actividad, el peso, el metabolismo y los ciclos de sueño.
– Reduce la capacidad de concentración y la memoria. Aumenta la tendencia a la distracción, la impulsividad, los pensamientos recurrentes y obsesivos y las acciones compulsivas.
– Incrementa el riesgo de adicción al alcohol y al abuso de sustancias estupefacientes, así como las tendencias suicidas.

Tipología: Tres categorías



El trastorno bipolar no siempre se caracteriza por la aparición de episodios claros de manía y depresión puras. Con el fin de evitar la confusión que todavía persiste en torno al mismo, se ha desarrollado un sistema médico de clasifi cación por
tipos.

– Tipo I. Describe a los pacientes que presentan ciclos maníacos y depresivos muy
claros, es decir, alternancia de manía, hipomanía, fases mixtas y depresión.

– Tipo II. Incluye a aquellos individuos cuyos ciclos son desiguales. Tienen síntomas
depresivos casi siempre, pero también maniacos con carácter esporádico. Pueden padecer síntomas psicóticos en las fases depresivas.

– Tipo III. Esta categoría no es oficial todavía, pero se aplica a personas con trastorno bipolar cuyo primer episodio ha sido neutralizado mediante fármacos antidepresivos.

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Emil KraepelinEl trastorno bipolar no es una enfermedad moderna. Data de tiempo inmemorial, si bien ha tenido diferentes nombres y consideraciones. Los antiguos egipcios recurrían a la música, la danza y la pintura para tratarla. Los griegos, en cambio, la abordaron con una visión más científica: el primero en ofrecer un diagnóstico
del trastorno bipolar, tal como lo entendemos en la actualidad, fue el médico Arateo de Capadocia (50-130). Antes que él, Hipócrates ya había avanzado que el exceso de bilis negra causaba demencia y depresión y el de bilis amarilla, manía.
Sin embargo, en el siglo XV, al igual que lo habían hecho los sacerdotes de la antigua Mesopotamia, los teólogos Heinrich Kramer y Jacob Sprenger vincularon directamente todas las dolencias psíquicas a la posesión demoníaca y la tortura se
convirtió en la forma de tratamiento más habitual. Hasta el siglo XIX, con el nacimiento de la Psiquiatría, no empezaron a ser consideradas cuestiones médicas.
El psiquiatra alemán Emil Kraepelin estableció la diferencia entre esquizofrenia y psicosis maníaco depresiva, que era como se denominaba entonces al trastorno bipolar. Su discípulo Karl Leonhard fue quien acuñó el término que se utiliza en la actualidad con el fin de diferenciar al paciente bipolar del depresivo: el unipolar no presenta fases de euforia.

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Autohipnosis y Mindfulness



Wes Burgess, psiquiatraMuchos terapeutas valoran la importancia de recurrir a técnicas como el Mindfulness, la hipnosis ericksoniana y otros métodos, como el reiki, la homeopatía o las esencias florales, muy eficaces para tratar las emociones. Teresa García Sánchez, presidenta del Instituto Erickson de Madrid, ofrece una interesante visión en relación con la autohipnosis: "Es evidente que para tratar el trastorno bipolar, al igual que la depresión endógena y otras enfermedades psiquiátricas, es preciso recurrir a la medicación. Sin embargo, no por eso debe descartarse la hipnosis ericksoniana. Es muy importante la autoobservación, puesto que cuando los pacientes comienzan a sentirse eufóricos están tan contentos de no sentirse deprimidos que, olvidándose de lo terrible que resultó llegar a una euforia que les impide dormir y les hace incluso, por poner un ejemplo, fregar las escaleras de todo el edificio durante una noche, no recurren a tiempo a la medicación contraria, sino que siguen tomando la que combate la depresión y activa la euforia. En la fase contraria, cuando empiezan a sentirse deprimidos, las pocas ganas de cuidarse que les invaden les hace olvidar que deben hacerlo y dejar de tomar la medicación (adecuada para tratar la euforia) para pasar a los antidepresivos... Eso es terrible. La práctica de la autohipnosis les permite verse desde fuera del problema, autoevaluar en qué estado se encuentran y tomar las decisiones adecuadas, es decir, pedir siempre ayuda externa para modificar el tratamiento".

Por su parte, Isabel Larraburu, psicóloga clínica y docente del Institut Superior d'Estudis Psicològics y de la Universidad de Barcelona, no solo recomienda, sino que aplica en sus pacientes el Mindfulness, una técnica de meditación de origen oriental cuyo objetivo fundamental es lograr que el enfermo tenga una mayor estabilidad emocional y reducir las recaídas. Wes Burgess también recomienda a los pacientes que aprendan técnicas de relajación muscular y de meditación: "En el trastorno bipolar la meditación puede ser muy útil porque nos sirve para relajarnos y reducir el estrés, así como para ejercitar nuestra capacidad de concentración y controlar el torrente de nuestra conciencia. La experiencia me indica que puede ser compatible con cualquier confesión religiosa si se utiliza como técnica de relajación para nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestras emociones". Ninguno de los tratamientos alternativos se ha revelado capaz de evitar la aparición de episodios bipolares y probablemente por ello numerosos psiquiatras y psicólogos no son partidarios de que los afectados los prueben. Uno de los motivos podría ser la posibilidad de que, tras experimentar una mejoría con los mismos –aunque sea ligera–, muchos enfermos abandonen la medicación y recaigan. Los psiquiatras Francesc Colom y Eduard Vieta se muestran recelosos respecto al uso de remedios naturales, homeopatía o flores de Bach: "Las personas que padecen un trastorno bipolar tienen derecho a un tratamiento de calidad, validado científicamente, y en ningún caso la homeopatía, la acupuntura o las terapias naturistas o místico-orientalistas cumplen estos criterios. Todo esto es válido también para las terapias psicológicas: el psicoanálisis y las terapias dinámicas o humanistas no han demostrado ninguna utilidad en los pacientes bipolares. Nosotros recomendamos siempre el uso de medicaciones e intervenciones psicológicas aprobadas para el tratamiento del trastorno bipolar, debidamente testadas y que se someten a un estricto control de eficacia y seguridad". De los tres tipos de tratamiento clásicos para el trastorno bipolar –fármacos, terapéuticas biofísicas y psicoterapia– el más extendido y también el más agresivo es el farmacológico. El reciente empleo de técnicas de imagen espectroscópica por resonancia magnética, el escáner espectroscópico y la estimulación magnética transcraneal no permite todavía determinar sus efectos a largo plazo. Es de desear que en los años venideros se conozca más a fondo esta enfermedad y los investigadores aporten soluciones eficaces y duraderas. De momento, los afectados tendrán que tener paciencia... El antiguo primer ministro británico Winston Churchill, que padecía trastorno bipolar y depresión grave, dijo en una ocasión: "Nunca, nunca, nunca se dé por vencido". Conseguir que ese lema sea adoptado tanto por los afectados como por quienes los rodean no debería ser difícil si se divulga de forma adecuada y clarificadora todo lo relativo a esta dolencia. Greenberg ha ayudado con su libro y su lucha personal por sacar a su hija Sally adelante a acercarse y entender la enfermedad. También son ya muchos los profesionales de la salud mental que con sus manuales y labor terapéutica están logrando que se avance en la comprensión y el tratamiento del trastorno bipolar, un problema de salud que en tiempos pasados era cosa de los demonios.

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Fármacos y desencadenantes



Hasta fecha reciente se desconocían las causas del trastorno bipolar, pero en las últimas décadas los investigadores han conseguido localizar la ubicación de los genes relacionados con el mismo y coinciden en que los factores genéticos ejercen una influencia determinante como causa inicial del trastorno. Algunos de estos ya tienen nombre: 4p, 18p11, 11q2-23 y 22q. No obstante, los episodios que acontecen tras el primer ataque parecen estar más relacionados con otros factores. David J. Miklowitz, profesor de Psicología de la Universidad de Colorado (EE.UU.), apunta los siguientes: "El estrés, los trastornos del sueño, el abuso del alcohol y otras sustancias, la inconstancia en el seguimiento del tratamiento farmacológico y otros factores genéticos, biológicos y ambientales". Los expertos no saben con certeza hasta qué punto el estrés puede provocar la aparición de un trastorno bipolar, pero parece seguro que empeora la enfermedad en quienes ya la padecen. Además de seguir a rajatabla el tratamiento con los fármacos estabilizadores del estado de ánimo, como las sales de litio, los antidepresivos u otros medicamentos para controlar la ansiedad que genera el trastorno, Miklowitz aconseja a los pacientes "seguir un tratamiento de psicoterapia individual o familiar, o bien unirse a un grupo de apoyo".

Con frecuencia los medios de comunicación exageran la sintomatología de los enfermos y los convierten en una especie de personajes de culto. Recordemos la popular película Mr. Jones (1993), protagonizada por Richard Gere en el papel de un maniaco depresivo que en una ocasión intenta volar como un avión desde un tejado. La información sobre la enfermedad que divulgan los medios de comunicación suele ser más confusa que real: "La televisión y el cine describen a las personas con trastorno bipolar como bestias violentas con ideas extrañas y un comportamiento netamente inmoral. Otras veces los individuos con trastorno bipolar son reflejados como personajes místicos, dotados con poderes sobrenaturales o como enviados de Dios o del Diablo", explica Wes Burgess. El escritor estadounidense Michael Greenberg ha contribuido en gran medida a poner de moda el trastorno bipolar con su best seller Hacia el amanecer (2009), en el que narra los padecimientos de su hija Sally, que, cuando tenía quince años, literalmente "se volvió loca", es decir, sufrió una crisis psicótica tan grave –pareció convertirse en un demonio– que tuvo que ser internada. La muchacha hablaba como un oráculo, pero de forma completamente incomprensible, tenía alucinaciones, creía que podía parar los coches con la mente y otra serie de desatinos absurdos... Su caso es un ejemplo que puede calificarse de grave y, como tantos otros enfermos bipolares, Sally tuvo que ser tratada con potentes fármacos. Precisamente el campo de la neurofarmacología ha avanzado mucho en el tratamiento de la enfermedad. En el mercado aparecen sin cesar nuevos fármacos para tratar a los pacientes bipolares, pero es inevitable cuestionarse hasta qué punto son convenientes debido a sus efectos orgánicos. Consiguen reducir los delirios, pero afectan a la mente y el organismo del enfermo, que queda como "apagado". No olvidemos que el protocolo médico de tratamiento suele consistir, según la gravedad de los ataques, en un relajante muscular seguido de un anticonvulsivo, un antipsicótico, un ansiolítico, un somnífero y una dosis de litio... Un cóctel demasiado agresivo de fármacos. El hecho de que en la actualidad se registren cifras elevadas de éxito con pacientes gravemente afectados por el trastorno bipolar no significa que este esté asegurado en todos los casos ni que no existan efectos secundarios derivados de los tratamientos. Por eso merece la pena acercarse a otros no tan comúnmente aceptados por la profesión médica. El testimonio descrito al principio de este reportaje relativo al empleo de tecnología sonora HemiSync para equilibrar los hemisferios cerebrales es solo un ejemplo de lo útiles que pueden resultar.

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Antiguamente pesaba sobre ella el estigma de la posesión demoniaca. Hoy se ha convertido, sin embargo, en una enfermedad de moda, gracias a lo cual la profesión médica ha avanzado mucho en el conocimiento de las causas que la provocan. ¿En qué consiste? ¿Son eficaces los protocolos actuales para tratarla?

"Uno de mis pacientes con trastorno bipolar se quejaba continuamente de que cuando venía a terapia se encontraba peor; es decir, me culpaba de todos sus males. Tenía problemas de insomnio y en las últimas sesiones estaba muy nervioso, con miedo a desestabilizarse y con cierta irritación contenida. Colaboró muy poco conmigo para poder ahondar en su problema. Me dejó una sensación de frustración tremenda. Lo que mejor le sentaba eran las sesiones de respiración. También practicaba natación y le producía un bienestar importante", explica la psiquiatra A. M., que prefiere mantener el anonimato tanto suyo como de su paciente. M. G., madre de una joven bipolar de Andalucía, tampoco quiere incluir el nombre de su hija en el testimonio de agradecimiento que nos ha proporcionado a través de Carol Sabick, facilitadora residencial del Instituto Monroe, donde se investiga y enseña el sistema de sonido Hemi-Sync para impulsar la expansión de la conciencia: "Nuestra hija está mucho mejor ahora que utiliza un CD para dormir y otro durante el día para estudiar, leer o simplemente estar en su cuarto. Es mucho más amable en casa, saca mejores notas, no se deprime... En general, el ambiente de toda la casa ha mejorado. Hace unas semanas dejó de usarlo diciendo que no lo necesitaba y notamos que poco a poco volvía a las andadas. Empezaron otra vez los conflictos en casa y en su vida personal. Cuando se puso de nuevo la música de Hemi-Sync poco a poco se fueron calmando las cosas hasta que decidió usarlo asiduamente (aunque muchas veces tenemos que recordárselo). Ahora está muy bien, se responsabiliza de sus asuntos y su cuarto, va a las clases de la universidad en vez de quedarse en la cama hasta la una y si sigue así sacará el curso estupendamente".

La fuerza del estigma


Ray DePauloNo debe sorprendernos que las personas afectadas de trastorno bipolar y sus familiares opten por mantener el anonimato, ya que tras esta enfermedad –en otros tiempos denominada "psicosis maniaco depresiva"– todavía subyace un estigma social. Para vencer los prejuicios sobre ella y ayudar a quienes la padecen (incluidas las personas que conviven con los afectados) es necesario conocerla mejor y buscar la ayuda médica adecuada. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, donde la práctica psiquiátrica está muy extendida y la gente considera normal cuando no necesario consultar al especialista en salud mental, los españoles se resisten a acudir al psiquiatra. El estigma planea sobre todos los que padecen algún tipo de problema mental. Y es que apenas ha pasado un siglo desde que empezara a comprenderse que determinadas conductas no obedecían a la acción de algún demonio. La antigua superstición de la posesión se mantiene viva todavía no solo en zonas rurales, sino también en algunas urbanas. Así y todo, cada vez son más las personas con relieve social que se animan a hacer público su trastorno bipolar: "En la actualidad, el mundo entero es consciente de que muchas personas normales, exitosas y populares padecen trastorno bipolar, de modo que el longevo estigma que pesaba sobre la enfermedad está desapareciendo. Cuando la población esté más sensibilizada y conozca mejor la verdadera naturaleza de la enfermedad, el estigma se desvanecerá", opina el psiquiatra Wes Burgess, reputado especialista en la diagnosis y el tratamiento del trastorno bipolar. Por su parte, Ray DePaulo, profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.) y director de la Clínica de Trastornos Afectivos, se muestra optimista y considera que el estigma ya no es una barrera para la gente que busca ayuda: "He tratado a muchos miles de pacientes que padecen depresión severa y trastorno bipolar y he observado una aceptación paulatina de la depresión como un trastorno médico que necesita tratamiento, así como un cambio en la visión del estigma asociado tanto a esta como a la enfermedad maniaco depresiva".

DePaulo es uno de los investigadores mundiales más destacados en el campo de la base genética de trastornos afectivos como la depresión maniaca y el trastorno del pánico. Su trabajo ha contribuido notablemente a la comprensión de la depresión y el trastorno bipolar como dolencias de origen genético. También ha hecho aportaciones clave sobre su identificación y tratamiento. Gracias a investigaciones como la suya ahora sabemos que el trastorno bipolar es una de las enfermedades psiquiátricas más comunes.

Una enfermedad frecuente


Aunque se manifiesta de forma episódica o cíclica, el trastorno bipolar es crónico y su incidencia parece ir en aumento en todo el mundo. Se cuentan por millones las personas que lo padecen (entre el 4% y el 6% de la población mundial). Es la sexta causa de incapacidad en el mundo, afecta casi por igual a hombres y a mujeres y puede aparecer a cualquier edad (hay casos que se han iniciado a los cuatro años; otros, pasados los noventa). Solo en Estados Unidos hay más de siete millones y medio de niños y adultos que padecen trastorno bipolar. Se calcula que casi diez millones de personas desarrollarán la enfermedad en algún momento de sus vidas y aproximadamente la mitad de ellas nunca obtendrá el diagnóstico ni el tratamiento adecuados. Además repercute inexorablemente en las vidas de quienes están próximos a los afectados. El suicidio es un problema añadido: "El 30% de los individuos que padecen trastorno bipolar intentará suicidarse al menos una vez en la vida. Por fortuna, el riesgo de suicidio disminuye sustancialmente cuando el trastorno bipolar es controlado mediante tratamiento", señala el doctor Burgess. Así pues, es fundamental que cualquiera que sospeche que un ser querido padece trastorno bipolar intente ayudarle a conseguir un buen médico. Muchos enfermos bipolares reciben un diagnóstico erróneo: depresión mayor unipolar, trastorno por déficit de la atención, trastornos del sueño, estrés postraumático, esquizofrenia, ansiedad... Las consecuencias de tales errores son con frecuencia fatales, sobre todo en el tipo bipolar I, donde un elevado porcentaje de enfermos se suicida. La importancia del diagnóstico correcto se puso de manifiesto durante una reciente revisión efectuada por DePaulo y el psiquiatra Frederick K. Goodwin.

Al analizar 28 casos de personas bipolares comprobaron que el tratamiento con litio (uno de los más utilizados, seguros y eficaces para el trastorno) reducía seis veces la tasa de suicidio entre este tipo de pacientes.

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